lunes, 18 de enero de 2010

Porqué

Nos preguntamos ¿Porqué hay tanta maldad en el mundo? ¿Porqué hay tanta hambre? ¿Porqué son muchos niños los que sufren? ¿Porqué hay tantos pobres en México? Y así podríamos continuar haciéndonos preguntas sobre la situación actual y encontrar también muchas respuestas echándole la culpa a los gobernantes, a los flojos, a los ricos, a la falta de educación, a la falta de recursos, a los maestros, a los padres, a todos los que se nos ocurran.

Pero la realidad es que la respuesta está muy dentro de nosotros mismos, por nuestro egoísmo, nuestra flojera, nuestro orgullo, y muchas cosas más de cómo somos. Pero somos así por una razón. La Biblia nos enseña que "nuestros primeros padres seducidos por la sutileza y tentación de Satanás, pecaron al comer el fruto prohibido. Quiso Dios, conforme a su sabio santo propósito, permitir este pecado habiendo propuesto ordenarlo para su propia gloria".

"Y por este pecado, nuestros primeros padres cayeron de su rectitud original y perdieron la comunión con Dios. Por tanto quedaron muertos en el pecado, y totalmente corrompidos en todas las facultades y partes del alma y del cuerpo. Siendo ellos tronco de la raza humana, la culpa del pecado les fue atribuida, y la misma muerte por el pecado y la naturaleza corrompida se transmitieron a la posteridad que desciende de ellos según la generación ordinaria. De esta corrupción original, por la cual estamos completamente impedidos, incapaces y opuestos a todo bien, y enteramente inclinados a todo mal, proceden todas nuestras transgresiones actuales".

Esta es la respuesta a nuestras preguntas, que sacada de las Sagradas Escrituras, textualmente la expresa nuestra Confesión de fe y es en parte lo que tenemos que aplicar a nuestra vida y explicar a nuestros amigos y compañeros. Pero no queda allí todo sino que hay solución a los problemas que nosotros mismos generamos por nuestra maldad.

Agradó a Dios hacer un pacto con el hombre, según el cual Dios nos ofrece libremente a los pecadores vida y salvación por Cristo, exigiéndonos la fe en El para que podamos ser salvos, prometiendo darnos su Espíritu Santo a todos los que ha ordenado para vida, dándonos así voluntad y capacidad para creer.

Este es el evangelio. Todos necesitamos de este evangelio, los que ya hemos creído, para que no se nos olvide de dónde venimos y los que no han creído para que crean en Jesucristo y la obra que hizo por todos nosotros en la cruz del calvario. Y esta es la respuesta a nuestras preguntas y la solución a nuestros problemas. Aunque tenemos que traducirlo en acciones concretas como resultado de los cambios que Dios mismo hace al creer en Él y la obra de su Hijo Jesucristo y como resultado de la obra de Dios mismo en nuestras vidas. Esto es lo que tenemos que enseñar, proclamar y vivir.

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